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La certeza de sentir


La protagonista de la foto ya no tiene nombre y quizás sea conveniente que tampoco tenga cuadro.
En esta tarde de domingo, luego de maldecir con la derrota de Sporting y Racing, tuve un recuerdo muy real de aquellas caminatas repasando la vida de los próceres que le dan nombre a las calles de aquella ciudad costera. Y también descubrí sonrisas de los sábados en los cuales salía apurado del trabajo por la única razón que al llegar estabas. No sé si lo dije, y si lo hice no sé cuántas veces, pero creo que guardare por mucho tiempo más el acercarme por la vereda de enfrente y verte con el sol de compañía.
Hoy cerca de la nostalgia, pero lejos de la melancolía tuve presente estas imagines y al recordarlas no pude más que sonreír mientras notaba la sangre correr a máxima velocidad desde mi pecho a mis talones.
No quiero volver el tiempo atrás. Este sin dudas es el momento más adecuado que encontramos para vivir y está bien que así siga. No debería cambiar. No sería justo que eso pasa. Incluso este rato, en el cual todo cae de la estantería como libros en plena limpieza de la biblioteca, es adecuado, justo e iluminado.





El “haber” fue enorme. Las bases de lo que soy como adulto comenzaron a formarse en ese momento y la mayor cantidad de “debe” también los sumé ahí. Quizás lo más amargo es esta sensación de no haber podido dejar nada, al menos nada de lo importante, pero de todas formas fue todo lo que tenía y ese es un triste consuelo que me deja respirar, levantar la cabeza, y mirar.
La música siempre me hace viajar en el tiempo y cuando escucho a Ismael Serrano decir “rubia que haces aquí, esto está lejos de tu barrio” lo que siento es que los km que siempre existieron en realidad nunca fueron tales. Tu barrio siempre estará en el lugar en el que yo te recuerde.

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